Isis fue una de las divinidades más veneradas del panteón egipcio. Esposa y hermana de Osiris, dios de la muerte y la resurrección, su lucha contra el malvado Set por recuperar el cuerpo despedazado de Osiris, al que revivió y con quien concibió a su hijo Horus, la convirtió en símbolo del amor conyugal. Provista de poderes mágicos, su culto traspasó las fronteras de Egipto y se difundió por todo el ámbito mediterráneo.
De entre las divinidades que poblaban el panteón del antiguo Egipto, Isis fue la más venerada. Su nombre significa asiento o trono, y hace alusión a la realeza. Pero Isis también representó la magia, el amor conyugal y la dedicación maternal. Formó pareja con Osiris, el dios de la muerte, de la resurrección y la fertilidad. Tras recorrer todo Egipto, su lucha por recomponer el cuerpo despedazado de su esposo —y hermano— Osiris la convirtió en símbolo del amor conyugal y en objeto de un ferviente culto por parte del pueblo, que le atribuyó poderes mágicos. Isis y Osiris fueron dioses civilizadores que gobernaron el país del Nilo y enseñaron a la humanidad los principios de la agricultura y las leyes. También instruyeron a los seres humanos en el modo en que se debía reverenciar a los dioses para que éstos se sintieran complacidos en todo momento, y prodigaran a Egipto y a sus gentes todo lo que esperaban y necesitaban para vivir con prosperidad y bienestar.
En distintas leyendas, Isis aparece representada como una diosa ávida de poder y vengativa, pero también como una divinidad compasiva. Los diversos mitos ligados a Isis alcanzaron gran popularidad en el antiguo Egipto, aunque su culto oficial se desarrolló sobre todo en una época más tardía. Pese a ser una de las diosas más importantes de la dinastía V, en el Egipto faraónico no fue diosa titular de ningún gran santuario, y sólo fue venerada en aquellos donde Osiris y su hijo Horus recibían culto. No obstante, la huella del culto a Isis a lo largo de la historia ha sido más profunda de lo que se pueda pensar.
Fuente: National Geographic
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