Dejare de ser tu Hermano, en la probable y fugaz acción resultante de la aspereza de un discurso mal entonado por la acción corrupta del poder que pervierta tus palabras para tornar mis oídos lesionados, y pese a ello, volveré a serlo en el instante en que callas y entienda en mi interior que somos, tanto tú como yo, seres de carne corrompible por eventos tan intangibles como el tiempo y tan microscópico como las bacterias, por ende también presa de algo mas que lo que no se puede tocar y no se puede ver: poder, codicia, envidia, o cualquier pecado capital que pueda existir o ser creado. Pese a los que padecemos y a los que se puedan agregar, seguiré siendo tu Hermano porque comprenderé que la riqueza de nuestra fraternidad esta en saber comprender lo que se siente ser finito, sobrellevar la tristeza de la levedad de nuestros actos en la inmensidad del tiempo y dolerse en el convencimiento de descubrir que el mal que hacemos es solo una molécula de polvo en la inmensidad de labor que implica el cotidiano y duro pulimento de la piedra bruta de la tolerancia y del perdón.
Dejare de ser tu Hermano, por un instante también en tu olvido de fechas importantes, de reuniones comprometidas, de momentos transcurridos, de instantes y secuencias, pero volveré a sentirte fraterno en la comprensión de que tus tiempos no son los míos, de que el sueño de que pienses como yo se difumino en esos nimios detalles pero se enriquece en entenderte que te quiero como sos y no como quiero que seas, así como quiero que me quieras, con mis defectos como virtudes y con mis virtudes sin defectos a tus ojos.
Dejare de ser tu Hermano, quizás a tus ojos cuando a mis acciones las juzgues con la imparcialidad de un sentimiento nublado por el fanatismo o los intereses. Pero volveré a ser tu Hermano al entender que quizás en el inescrutable designio de la labor del Arquitecto de la Perfección, estaba escrito que fueras un capital de gracias en el terreno del crecimiento personal de mi ser y que lamentablemente te toco de hacer de malo en el filme de la vida sin querer decir con ello que yo soy el bueno lógicamente, y cuando en otras oportunidades yo también he desempeñado ese rol, el cual trato de evitar por todos los medios, día a día.
Dejare de ser tu Hermano, cuando en un alarde de oscuridad me niegues el saludo o el toque, me gires la cabeza cuando paso a tu lado o me niegues de entre las listas de contacto de tu teléfono celular o email, donde hasta hace poco ocupaba el lugar de los fraternos y que ahora ha sido ocupado por un número sin importancia. Sin embargo, volveré a serlo cuando sepas, como lo sabes, en el fondo de tu corazón, que puedes contar conmigo como el primero entre mis iguales a tu lado cuando necesites un hombro para llorar o una gota de sangre para vivir, quizás con las mismas lagrimas que quisiste arrancarme con tus actitudes o con la misma sangre derramada simbólicamente en el altar del sacrificio de tu silencio cómplice o de tu accionar activo en pos de actitudes que solo consistieron en danzar sobre los cadáveres de los que te brindábamos la sinceridad tan plena que a veces molestaba y la respuesta eficaz e inmediata cuando todos te daban solo verdades a medias y auxilios inapropiados.
Sin embargo, y finalmente, dejare de ser tu Hermano cuando, a pesar de toda mi tolerancia y mi paciencia, de toda mi voluntad despreciada y mi honorabilidad mancillada, de no dejarme ejercer para contigo y con mis otros Hermanos no sólo mis derechos fundamentales de Libertad e Igualdad sino el más básico deseo de Fraternidad a tu persona y a los tuyos, tu obstinación lleve mi tolerancia a pisar sus propios límites y la oscuridad nuble de tal manera tu discernimiento que no sepas distinguir el cordero del lobo y arremetas por igual contra el trigo o la paja. Allí si, con plena seguridad, dejaré de ser tu Hermano.
Y a pesar de ello, el GADU nuevamente, estoy seguro, me dará la oportunidad de ejercer el amor fraterno que he jurado como tu, que nunca he quebrantado y que, por defenderlo como juramento que es, me ha valido tu desprecio y tu desdén. Y que es mucho más fuerte que cualquier cadena que te ate o venda que te cubra los ojos, porque tiene la fuerza de la Palabra de Caballero empeñada y el honor puesto en ella en aquel momento en que vi la Luz como tú lo hiciste también alguna vez.
Y allí volveré a ser tu Hermano. Como siempre lo fui. Como siempre lo tuve que haber sido si me lo hubieses permitido. Y como, estoy seguro, lo seré por el resto de mi vida en virtud del Juramento que ambos hemos hecho.
Aunque, lamentablemente, no puedas entender eso ahora. O no te dejen entenderlo.
Autor: Desconocido
Gentileza: La hermandad de Robin
Gentileza: La hermandad de Robin
1 comentarios:
QH, muchas gracias por tu visita, esperamos tu acertada participacion a nuestro espacio, intentando hacer lo mismo en el tuyo.
TAF
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