26 sep 2007 | By: Lo mejor para tu pequeño

Cuando dejare de ser tu hermano

Dejare de ser tu Hermano, quizás alguna vez, quizás nunca. Pasaran años, tiempos, primaveras y veranos. Estíos y nevadas, flores y hojas secas, tormentas y atardeceres y quizás aun no dejare de serlo. Voluntades se torcerán, independencias se esclavizaran, mucho podrá pasar pero probablemente todavía lo sea.

Dejare de ser tu Hermano, en la probable y fugaz acción resultante de la aspereza de un discurso mal entonado por la acción corrupta del poder que pervierta tus palabras para tornar mis oídos lesionados, y pese a ello, volveré a serlo en el instante en que callas y entienda en mi interior que somos, tanto tú como yo, seres de carne corrompible por eventos tan intangibles como el tiempo y tan microscópico como las bacterias, por ende también presa de algo mas que lo que no se puede tocar y no se puede ver: poder, codicia, envidia, o cualquier pecado capital que pueda existir o ser creado. Pese a los que padecemos y a los que se puedan agregar, seguiré siendo tu Hermano porque comprenderé que la riqueza de nuestra fraternidad esta en saber comprender lo que se siente ser finito, sobrellevar la tristeza de la levedad de nuestros actos en la inmensidad del tiempo y dolerse en el convencimiento de descubrir que el mal que hacemos es solo una molécula de polvo en la inmensidad de labor que implica el cotidiano y duro pulimento de la piedra bruta de la tolerancia y del perdón.

Dejare de ser tu Hermano, por un instante también en tu olvido de fechas importantes, de reuniones comprometidas, de momentos transcurridos, de instantes y secuencias, pero volveré a sentirte fraterno en la comprensión de que tus tiempos no son los míos, de que el sueño de que pienses como yo se difumino en esos nimios detalles pero se enriquece en entenderte que te quiero como sos y no como quiero que seas, así como quiero que me quieras, con mis defectos como virtudes y con mis virtudes sin defectos a tus ojos.

Dejare de ser tu Hermano, quizás a tus ojos cuando a mis acciones las juzgues con la imparcialidad de un sentimiento nublado por el fanatismo o los intereses. Pero volveré a ser tu Hermano al entender que quizás en el inescrutable designio de la labor del Arquitecto de la Perfección, estaba escrito que fueras un capital de gracias en el terreno del crecimiento personal de mi ser y que lamentablemente te toco de hacer de malo en el filme de la vida sin querer decir con ello que yo soy el bueno lógicamente, y cuando en otras oportunidades yo también he desempeñado ese rol, el cual trato de evitar por todos los medios, día a día.

Dejare de ser tu Hermano, cuando en un alarde de oscuridad me niegues el saludo o el toque, me gires la cabeza cuando paso a tu lado o me niegues de entre las listas de contacto de tu teléfono celular o email, donde hasta hace poco ocupaba el lugar de los fraternos y que ahora ha sido ocupado por un número sin importancia. Sin embargo, volveré a serlo cuando sepas, como lo sabes, en el fondo de tu corazón, que puedes contar conmigo como el primero entre mis iguales a tu lado cuando necesites un hombro para llorar o una gota de sangre para vivir, quizás con las mismas lagrimas que quisiste arrancarme con tus actitudes o con la misma sangre derramada simbólicamente en el altar del sacrificio de tu silencio cómplice o de tu accionar activo en pos de actitudes que solo consistieron en danzar sobre los cadáveres de los que te brindábamos la sinceridad tan plena que a veces molestaba y la respuesta eficaz e inmediata cuando todos te daban solo verdades a medias y auxilios inapropiados.

Sin embargo, y finalmente, dejare de ser tu Hermano cuando, a pesar de toda mi tolerancia y mi paciencia, de toda mi voluntad despreciada y mi honorabilidad mancillada, de no dejarme ejercer para contigo y con mis otros Hermanos no sólo mis derechos fundamentales de Libertad e Igualdad sino el más básico deseo de Fraternidad a tu persona y a los tuyos, tu obstinación lleve mi tolerancia a pisar sus propios límites y la oscuridad nuble de tal manera tu discernimiento que no sepas distinguir el cordero del lobo y arremetas por igual contra el trigo o la paja. Allí si, con plena seguridad, dejaré de ser tu Hermano.

Y a pesar de ello, el GADU nuevamente, estoy seguro, me dará la oportunidad de ejercer el amor fraterno que he jurado como tu, que nunca he quebrantado y que, por defenderlo como juramento que es, me ha valido tu desprecio y tu desdén. Y que es mucho más fuerte que cualquier cadena que te ate o venda que te cubra los ojos, porque tiene la fuerza de la Palabra de Caballero empeñada y el honor puesto en ella en aquel momento en que vi la Luz como tú lo hiciste también alguna vez.

Y allí volveré a ser tu Hermano. Como siempre lo fui. Como siempre lo tuve que haber sido si me lo hubieses permitido. Y como, estoy seguro, lo seré por el resto de mi vida en virtud del Juramento que ambos hemos hecho.

Aunque, lamentablemente, no puedas entender eso ahora. O no te dejen entenderlo.

Autor: Desconocido
Gentileza: La hermandad de Robin


25 sep 2007 | By: Copijza

Porque el tres simboliza perfección

Por Ralph M. Lewis, F.R.C.

En la filosofía hermética y esotérica se usa con frecuencia el número tres para simbolizar perfección. A su vez, la forma geométrica del triángulo vino a representar la ci­fra tres y al mismo tiem­po heredó su significado simbólico de perfección. Desde el tiem­po del filósofo neoplatónico, Plotino, y a través de los siglos, el tres ha signifi­cado en numerosos sistemas de filosofía mística, el número de pasos necesarios para la unión del hombre con Dios.

En algunos casos fueron subdivididos los tres pasos o etapas, teniendo cada uno de éstos, tres de tales subdivisiones, ha­ciendo en total nueve.

Todo indica que el dígito tres no fue seleccionado arbitrariamente para repre­sentar el estado de perfección. Tal parece que donde la perfección sigue un orden o progresión, el tercer paso, para el entendimiento, constituye la culminación. Ningún poder misterioso para alcanzar perfección es inherente al número tres. La mente parece hallar en el tercer paso de un proceso cualquiera, la conclusión que persigue. La idea surge de la reacción psicológica del hom­bre ante sus experiencias. Es un exce­lente ejemplo de cómo nuestro organis­mo, la con figuración de nuestros cuerpos y mente, se ingenia los medios necesa­rios para que tengamos nociones propias que contribuyan a nuestra filosofía de la vida.

Cualidades opuestas

Casi todo estado o condición de que tengamos conocimiento tiene su con­trario. Parece que existe una cualidad opuesta. Luz y sombra, frío y calor, grande y pequeño, arriba y abajo, bien y mal, son tan sólo unas cuantas entre las numerosas cualidades duales. Para la consideración de este tema no es tan importante el que tal dualismo sea real o imaginario.

Sin embargo, la obscuridad y el mal, por ejemplo, con frecuen­cia se conciben como cualidades no po­sitivas, pero sí como meras variaciones de sus opuestos. Cuando el hombre no puede percibir una cualidad opuesta, a menudo imagina alguna, con tal clari­dad que llega a ser para él una realidad. Como un buen ejemplo de este punto podemos citar el hecho de que no hay tal estado al que se llame espacio físico. Hay, no obstante, espacio perceptivo.

Este último es la consecuencia de sensa­ciones de la vista y del tacto. En aquel punto donde los sentidos perciben la ausencia de esas sensaciones que se rea­lizan como substancia, allí es donde comienza el espacio para la conciencia. Sabemos, efectivamente, que esta expe­riencia es falsa. Las revelaciones de la física prueban que esto que llamamos espacio de hecho es plenitud de fuerzas y energías.

Un estado de equilibrio es para noso­tros el balance entre dos cualidades opuestas, sean éstas percibidas o concebidas. El balance es inercia, inactividad. De hecho, si las cosas o las condiciones fueran a permanecer en constante ba­lance el hombre quedaría imposibilitado aun de imaginar los opuestos. Es debido a las cualidades variantes de las cosas que nos damos cuenta de sus aparentes opuestos. Sería difícil imaginar la obscuridad si no hubiera sombras o grada­ciones de luz.

Como resultado de la falta de equi­librio en la naturaleza experimentamos, o bien imaginamos, opuestos que tienen una cualidad muy positiva. A éstos les conferimos valores varios; algunos son de nuestro agrado y otros no, dependien­do de las ventajas que parezcan ofrecernos. Con no poca frecuencia, los con­trarios pueden manifestarse ante nues­tras mentes como si tuvieran igual valor. Sin embargo, puede que ninguno de los dos llene propósito alguno que se haya albergado en a mente. En casos de esta naturaleza cada uno de los contrarios resulta insuficiente. De nuevo, entonces, sólo pueden aparecer como simples medios alternados y poco satisfactorios para obtener un propósito.

Cuando la mente concibe dos extre­mos, ninguno de los cuales, de acuerdo con la razón, satisface el deseo intelec­tual, entonces, se afirma la función mental de la síntesis. Después de poner una junto a la otra, las dos experiencias o ideas que estén más relacionadas, y de evaluarías, si la razón no puede de­cidir cuál es la mejor, casi habitual­mente las combina. Esta síntesis o com­binación, como tercer paso de un pro­ceso o desarrollo, consiste en extractar de cada cualidad los elementos más aceptables y unirlos en un orden que asegure la aprobación intelectual y emocional. El número tres, por lo tanto, denota una culminación. La mente ha concebido el punto medio, es decir, la diferencia entre los opuestos, lo cual para ella es la culminación de su poder análisis.

Un ciclo

La tercera etapa, como punto de con­clusión y perfección, es realmente el esfuerzo de la mente por evitar un esta­do de equilibrio en la experiencia. El equilibrio, en realidad, causaría inacti­vidad mental y física. La evaluación de la experiencia produce el impulso que baja un lado de la balanza o levanta el otro. A menudo este impulso es inconsciente. Debido al ambiente y a la educación, nos inclinamos a favorecer una cualidad más que otra. Vemos en una cosa o en una condición lo que aparece ante nuestras mentes y nuestro ser psíquico y nuestro ser emocional como lo mejor o lo peor. Cuando las cosas o condiciones (o las ideas) tienen igual atracción, se emplea el proceso de síntesis y esto, a menudo, también es inconsciente. Como la síntesis representa el punto final de nuestros poderes de discernimiento, como tercera condición, ésta es para el intelecto humano la per­fección de todo el proceso mental ex­perimentado.

El tercer estado, o la síntesis, es en realidad un ciclo, por el cual pasa la mente al hacer su juicio sobre experien­cias o nociones. En este tercer estado llega entonces, momentáneamente, a un concepto monistico, es decir, a una idea que tiene una cualidad única. Tan pronto la mente puede deducir que hay un posible opuesto de la idea nueva y única a que ha llegado, da comienzo un nuevo ciclo. De nuevo, entonces, la mente está obligada a evaluar separada­mente y por contraste los dos contrarios. Si no puede seleccionar entre estas ideas una que tenga valor preferente, estará más pronta a recurrir otra vez a la síntesis que a abandonar ambas y a buscar otras nuevas.

El proceso de síntesis simbolizado por el número tres, y que representa la per­fección, puede, con frecuencia, no ser realizado. Quizás nos demos cuenta tan sólo de un elemento, o idea. Por asocia­ción, su contrario, su probable opuesto, registrado como una pasada experiencia en la mente subjetiva, llega a combi­narse con ésta. El resultado de las dos ideas se vuelve luego objetivo, como un relámpago intuitivo en nuestra mente consciente. Asume el papel de un concepto enteramente nuevo se arado. Parece no tener raíces en la idea que se tuvo conscientemente.

En el pensamiento complejo la razón puede sintetizar en sucesión rápida, pasando la mente por numerosos ciclos de tres (combinándose cada tercer ele­mento con otros) hasta que la pirámide alcance las limitaciones del juicio in­dividual.

En justo crédito a los sabios y filósofos herméticos del pasado, puede decirse que ellos realizaron este proceso natural, por el cual llegó a ser el número tres el símbolo de la perfección. En la mayoría de los casos, es decir, para la mayoría de las personas, el tres fue realizado solamente como el paso final de una progresión; sin saber por qué fue así. Este paso final lo hizo aparecer como uno de los misterios de la natura­leza. Quizás es por esto que los que están inclinados a la superstición han creído que el número tres posee algún poder latente. A tales personas, les ha parecido que el número tres derrama luz sobre cualquier problema con el cual se encuentre relacionado.
La leyenda de la escalera de caracol

En el Primer Libro de los Reyes (VI. 8) dice así: "La entrada que conducía a la cámara del medio estaba situada en el lado derecho del Templo: y tenia acceso por medio de escaleras de caracol a la cámara del medio, y de ésta comunicaba a la tercera."


De esta circunstancia los Masones del siglo pasado, adoptaron el símbolo de la escalera de caracol, y lo introdujeron en el grado del Compañero Masón. Las gradas de la escalera de caracol comienzan en el pórtico del templo; es decir, en la entrada exacta. Además, no hay cosa más indudable en la ciencia del simbolismo Masónico, que el hecho de que el Templo era la personificació n del mundo purificado por el Shekinah, o Presencia Divina.


El mundo profano se encuentra fuera del Templo; el mundo del iniciado existe dentro de sus sagrados muros. El penetrar en el Templo; tener acceso al pórtico, el hacerse Masón, así como el nacer en el mundo de la luz Masónica, son sinónimos y términosconvertibles. Y así es como da principio el simbolismo de la escalera de caracol. Desde el momento en que el Aprendiz cruza el pórtico del Templo, ha dado principio a su vida Masónica. Pero el primer grado de la Masonería, así como los misterios inferiores de los sistemas antiguos de iniciación, son únicamente una preparación ypurificación para algo superior.


El Aprendiz iniciado hace el papel de un niño en la Masonería. Las lecciones que recibe son dadas solamente para purificar su corazón y prepararle para esa iluminación mental que debe otorgarse en los siguientes pasos que deberá dar. Lo mismo sucede con el Compañero Masón, y como el grado es emblemático de la juventud, por la misma razón es en el que principia su educación intelectual. Por esta razón, aquí, en el lugar preciso en que se separa el pórtico a la entrada del santuario, es el mismo en que termina su juventud y da principio su edad viril, y en cuyo sitio aparece ante sus ojos la espaciosa escalera, que con su presencia lo invita, como en efecto es así, a ascenderla. Esta, como el símbolo de la disciplina e instrucción, le demuestra que ahí debe dar principio su labor Masónica.

Las escaleras dan principio después de que el candidato ha penetrado el dintel del pórtico, que se encuentra entre las columnas de la fuerza y la fundación o estabilidad. Estos son los símbolos significativos que le demuestran, que tan pronto como han pasado los años de la juventud insensata, ha comenzado su etapa de la fuerza y dignidad como hombre. Entonces, la difícil tarea de su mejoramiento es el primer deber que se presenta ante él. Deberá tener en cuenta que no puede tan solo permanecer, si es que se considera digno de su vocación; su destino como ser inmortal le obliga a ascender, grada por grada, hasta que ha alcanzado la cima, en donde le esperan los tesoros del conocimiento.El número de estas gradas en todos los sistemas ha sido impar.Vitruvio observa --y la coincidencia es a la menos curiosa-- que en los templos antiguos se ascendía siempre por un número de gradas impar; y asigna como razón, que, comenzando el ascenso con el pié derecho en el descanso, los que asistían a la ceremonia, sabían que al penetrar en el Templo daban el primer paso con el mismo, cosa que era considerada como un pronóstico o augurio fortuito y feliz.


Tengamos en cuenta que el simbolismo de los números fue tomado por los Masones de Pitágoras, en cuyo sistema de filosofía desempeña un papel muy importante, y en el que los números impares se consideraban como más perfectos que los números pares. Por cuya razón, en todo el sistema Masónico, encontramos la preeminencia de los números impares, tales como tres, cinco, siete, nueve, quince, y veintisiete, en el que todos son símbolos importantes; y raras veces encontramos referencia al dos, cuatro, seis, ocho o diez. El número impar de las gradas era en consecuencia designado para simbolizar la idea de perfección, objetivo fundamental que pretende alcanzar el aspirante.El número particular de las gradas ha variado a través del tiempo...


En tableros hallados y correspondientes al siglo XVIII, en los que se delinean únicamente cinco escalones, así como en otros alcanzan el número de siete. Las lecturas Prestonianas, que se practicaban en Inglaterra desde los principios de este siglo, dan por número total el de treinta y ocho, divididas en series de una, tres, cinco, siete, nueve y once. El error de formar un número par, que fue la violación del principio Pitagórico en los números impares por ser el símbolo de la perfección, fue corregido en los escritos de Hemming, y adoptado en la unión de las dos Grandes Logias de Inglaterra, suprimiendo el número once, el que era también inadmisible por presentar un carácter de origen sectario en toda su interpretación.


En Estados Unidos de América el número fue reducido todavía más, hasta el número de quince, dividido en tres, series de tres, cinco y siete. Se podrá adoptar esta división Americana en la explicación del simbolismo; pues, después de todo, el número particular de las gradas, o el método peculiar de su división en series, no afectará de ningún modo el simbolismo general de toda la leyenda.El candidato, en el segundo grado de la Masonería, representa al hombre que emprende el viaje de la vida, con el propósito ante todo, de su mejoramiento, lo que debe considerarse como lo más trascendente de su condición masónica. Para la ejecución fiel de esta obligación, hay una recompensa, que consiste en el desarrollo de todas sus facultades intelectuales, es decir, la elevación moral y espiritual de su carácter, y la adquisición de la verdad y la ciencia.Además, la adquisición moral e intelectual de esta condición, se supone que también es la elevación del carácter, el cambio de una vida inferior a una superior, y el encuentro y realización de las dificultades y trabajos, por medio de una instrucción elemental, hasta el logro del conocimiento fecundo de la ciencia.


Esto se simboliza admirablemente por medio de la escalera de caracol, en cuyo descanso permanece el neófito dispuesto a ascender la escarpada y penosa pendiente, encontrando en su cima "ese jeroglífico radiante que nadie, sino solo el Artífice, ha contemplado jamás," como el emblema de la verdad divina. Y en esto, ha dicho un escritor distinguido que "las gradas, lo mismo que todos los símbolos Masónicos, son ilustrativos de la disciplina y la doctrina, así como de las ciencias naturales, las matemáticas y metafísicas y por lo mismo, nos proporcionan un espacio inmenso para la investigación moral y especulativa. "El candidato, estimulado por el amor de la virtud y el deseo del conocimiento, y por otra parte, ansioso de lograr la recompensa de la verdad que se encuentra a un paso de él, comienza desde luego el penoso ascenso. A cada paso, se detiene con el fin de adquirir instrucción del simbolismo que presentan a su vista estas divisiones, y el que llama su atención.


La primera vez que interrumpe su marcha, se le instruye en la organización singular de la Orden, de la que se ha convertido en su discípulo. Pero la información que adquiere esta vez, si la comprende en su sentido literal, simple y sin disfraz, es infructífera, e indigna de su labor. La posición de los funcionarios que gobiernan, y los nombres de los grados que constituyen la Institución, no pueden proporcionarle ningún conocimiento que no ha sido antes del dominio de él. Por lo mismo, debemos considerar la significación simbólica de estas alusiones, para cualquier valor que pueda atribuirse a esta parte de la ceremonia. La referencia a la organización de la Institución Masónica se designa con el fin de recordar al aspirante la inserción del hombre en la sociedad, y el desarrollo del estado social que proviene de la grandeza y poder de la naturaleza. De este modo se le recuerda entonces, al principio de su tránsito, de los beneficios que resultan con la civilización, y de los frutos de virtud y ciencia que se obtienen de esa condición. La Masonería misma es el resultado de la civilización; por cuya razón, su existencia ha sido uno de los medios más importantes de diseminar esa condición con el género humano.


Todos los monumentos de la antigüedad que aun se conservan a pesar de la destrucción del tiempo, contribuyen como prueba evidente de que el hombre, tan pronto como saliese del estado salvaje, comenzó con la organización de los misterios religiosos, y como movido por un instinto divino, determinó la separación de las cosas sagradas de las profanas. En el estado de civilización, surgió la invención de la arquitectura como el medio de proveer las habitaciones convenientes y necesarias para la protección contra las inclemencias de los elementos, y variación de las estaciones, así como el conocimiento de todas las artes y sus relaciones con la mecánica; y finalmente la geometría, como la ciencia necesaria para facilitar a los que cultivaron la tierra, los medios de medir y determinar los límites de sus posesiones.


Todas estas cosas se determinan como las características peculiares de una Masonería Ideal, sin embargo, pueden muy bien considerarse como representativas de la civilización, las primeras tienen la misma relación para el mundo profano, del mismo modo que las últimas para el estado salvaje. Y como es natural, vemos la propiedad y resultado del simbolismo, comenzando por el progreso del aspirante, que asciende rápidamente en el cultivo de la ciencia y la investigación de la verdad. Tales circunstancias crean en su mente el entendimiento real de esa condición para la civilización y unión social con la humanidad, como preparación necesarias para obtener estos fines.Al aludir a los dignatarios de la Logia, así como a los grados de la Masonería como elementos explicativos de la organización de nuestra sociedad, delineamos en nuestro lenguaje simbólico la historia de la organización de la sociedad. Después, el candidato, al mismo tiempo que adelanta en sus estudios, se le invita a contemplar otra serie de instrucciones. Los sentidos humanos, como son los conductores más apropiados, y por los cuales recibimos nuestras ideas y todas nuestras impresiones, así como la percepción, y los cuales, por la misma razón, constituyen las fuentes más importantes de nuestro entendimiento, se refieren en este caso como el símbolo del desarrollo intelectual.


La arquitectura, como una de las artes más importantes que proporcionan el bienestar de la humanidad, se alude también en este caso, no solamente por razón de estar sumamente relacionada con la institución práctica de la Masonería, sino también como la representante de todas las artes útiles. Al detenerse por segunda vez, en el 'ascenso de la escalera de caracol, se le recuerda al aspirante la necesidad de cultivar conocimientos prácticos. Después, las instrucciones que ha recibido hasta entonces, se refieren a su condición en la sociedad, como miembro de ese gran convenio social, así como los medios de llegar a ser, por medio del conocimiento de las artes de la vida práctica, un miembro necesario y útil para la sociedad.Su lema será el de alcanzar el lugar "Excelso." Debe proseguir y continuar hacia adelante. Las gradas permanecen aun ante su vista; no se ha llegado aun a la cima, y por lo mismo quedan aun cúmulos de conocimiento que deben investigarse, pues de lo contrario no se obtendrá la recompensa, ni jamás podrá llegar hasta la cámara del medio, que es el sitio donde creemos que se encuentra la verdad. En su tercera pausa, llega al fin, al punto en donde se le explica el sistema entero de la ciencia humana. Los símbolos, como sabemos, son de por si arbitrarios y de significación convencional. El conocimiento absoluto de la ciencia humana, podría muy bien simbolizarse de la misma manera, por medio de otros signos o serie de doctrinas, del mismo modo que lo hace por medio de las siete artes y ciencias liberales. Pero la Masonería es la institución más antigua del mundo; y esta selección de las artes y ciencias liberales como símbolo de la realización de la sabiduría humana, es una de las evidencias más fecundas que tenemos de su antigüedad.Durante el siglo VII, y luego por largo tiempo, todo lo que constituía la instrucción, a la que se limitaba la enseñanza de los colegios más eminentes y de los más distinguidos filósofos, se componía de lo que se llamaba entonces las ciencias y artes liberales, consistía de dos ramas, el trivium y el quadrivium.


El trivium incluía la gramática, retórica y lógica; el quadrivium comprendía la aritmética, geometría, música y la astronomía."Estas siete eminencias," dice Enfield, se suponía que constituyan toda la ciencia universal. Aquél que era experto en estas materias, era de suponérsele que no necesitaba instructor alguno que le explicase alguno de los libros, o que resolviese cualquiera cuestión que estuviese comprendida dentro de los limites de la razón humana; y en consecuencia, el conocimiento del trivium le proporcionaba la clave de todos los conocimientos y el lenguaje, a la vez que el quadrivium, le revelaba manifiestamente las leyes secretas de la naturaleza."En la época, dice el mismo escritor, en que había muy pocos instruidos en el trivium, y que muy pocos estudiaban el quadrivium, para ser maestros de ambas era suficiente completar el carácter de filósofo.


Por consiguiente, la conveniencia de adoptar las siete artes y ciencias liberales como el símbolo de la realización de los conocimientos humanos, es aparente. El candidato, habiendo llegado a este punto, se supone que ha realizado efectivamente la empresa a que había dado principio, y que habiendo alcanzado el último escalón, se encuentra ahora expedito para aceptar la fertilidad completa de los conocimientos humanos.Por consiguiente, ya nos hemos enterado, hasta donde ha sido posible de la verdadera significación del simbolismo de la escalera de caracol. Esta, representa el progreso de una inteligencia investigadora, con las penalidades y trabajos del cultivo intelectual y del estudio, así como la adquisición preparatoria de toda la ciencia humana, que es como el paso preliminar hacia la adquisición de la verdad divina, la cual, debe recordarse siempre, se simboliza en la Masonería por la Palabra.


Hagamos alusión a al simbolismo de los números, el que ha sido presentado por primera vez a la consideración del discípulo Masón en la leyenda de las escaleras de caracol. La teoría de los números, así como los símbolos de ciertas cualidades, fueron tomados originalmente por los Masones, de la escuela de Pitágoras. Por lo mismo, será imposible desarrollar esta doctrina, en su entera magnitud, porque el simbolismo numérico de la Masonería constituiría en si, materiales para un amplio estudio.Será suficiente advertir el hecho, de que, el número total de las gradas, que en el sistema Americano, consta por todo de quince, es un símbolo significativo. Porque, el número quince era el número sagrado entre los Orientales, por la razón de que las letras del nombre sagrado JAH, se encontraban en su valor numérico, equivalente al número quince; y de aquí proviene la cantidad y figura en que se encuentran los nueve dígitos, combinados de tal manera, que hace la cantidad de quince, ya sea que se agreguen entre si, perpendicular, horizontal o diagonalmente, y constituía uno de sus más sagrados talismanes. Así es que, las quince gradas que se encuentran en la escalera de caracol son simbólicos del nombre de Dios.Pero no es eso todo. Recordemos que se prometió una recompensa por todo este penoso ascenso de la escalera de caracol.


Pues, bien, ¿Cuál es el jornal del Masón Especulativo? No es el dinero, no es el maíz, no es el vino, ni tampoco el aceite...


Todas estas cosas son, únicamente símbolos. Su jornal constituye la Verdad, es decir, la aproximación a ella, la cual será la más conveniente al grado en el que ha sido iniciado.Es uno de los simbolismos más hermosos, pero al mismo tiempo el de sus doctrinas más abstrusas de la ciencia del simbolismo Masónico en las que el Masón debe investigar siempre la verdad, pero que no podrá encontrar jamás. Pues esta verdad divina, que es el objeto de todas sus labores, se simboliza por la palabra, por la cual todos sabemos que puede obtener únicamente un substituto; y ésta, está designada para enseñar la lección necesaria, aunque humillante, de que el conocimiento de la naturaleza de Dios, y la relación del hombre hacia él, cuyo conocimiento constituye la verdad divina, nunca podrá adquirirse en esta vida.


Solamente cuando los portales de la tumba se abren ante nosotros y nos permiten entrar a una vida más perfecta, es cuando obtenemos ese conocimiento. "Feliz el hombre," dice el padre del poema lírico, "que desciende a esta oquedad de la tierra, habiendo contemplado estos misterios; porque conoce el fin, y conoce el origen de la vida."Es entonces como símbolo, y como símbolo únicamente, es como debemos estudiar esta hermosa leyenda de la escalera de caracol. Si tratamos de adoptarla como hecho histórico, la absurdidad de sus detalles nos causaría asombro, o los juzgaríamos como una bobería, que era objeto de nuestra contemplación, y los hombres sabios se fijarían en nosotros y nos mirarían con desdén y conmiseración, ante nuestra credulidad.

Así es que sus inventores no tuvieron el más mínimo deseo de imponérnosla como una satisfacción a nuestras extravagancias, sino al contrario, nos la ofrecieron como un gran mito filosófico; ellos no supusieron por un momento, que nosotros pasaríamos desapercibidas sus enseñanzas morales y sublimes, para aceptar la alegoría como una narración histórica sin significación, irreconciliable enteramente con los datos de las Escrituras, y opuesta por todos los principios de la probabilidad.


El suponer, por ejemplo que ochenta mil trabajadores se pagaban semanalmente dentro de los precintos limitados de las cámaras del Templo, es simplemente suponer una absurdidad. Pero el creer que toda esta representació n pintoresca del ascenso por la escala de caracol hasta el lugar en donde se reciben las remuneraciones por los trabajos, era la alegría que nos enseña el ascenso de la inteligencia del lugar de la ignorancia. No cabe duda que por medio de todas las penalidades del estudio y las dificultades para lograr ese conocimiento, recibiendo un poco aquí y más allá otro poco, almacenando siempre algo en la acumulación de nuestros conocimientos e ideas a cada paso que nos es dado avanzar, hasta que, en la cámara del medio de la vida, --en la plenitud perfecta de la virilidad-- se obtiene la recompensa. Y la inteligencia purificada y elevada se reviste con la recompensa de la instrucción de la manera de buscar a Dios y la verdad de Dios; o lo que es lo mismo, creer esto es creer y conocer el verdadero designio de la Masonería Ideal, cuyo único designio la hace digno de los buenos o del estudio de los sabios.


Tengamos en cuenta, en esta leyenda de la escalera de caracol, que si bien sus detalles históricos son estériles, sus símbolos y alegorías son fértiles y de instrucción fecunda.Para concluir QQ.·. HH.·. Os invito a ascender por la Escalera de Caracol en búsqueda de la Fuerza, la Belleza y el Candor, prosigamos para obtener la Inteligencia, Rectitud, Valor, Prudencia y la Filantropía; y continuemos nuestro ascenso en búsqueda del conocimiento de la Gramática, la Retórica, la Lógica, la Aritmética, la Geometría, la Música y la Astronomía.



Es cuanto,



Ernesto Márquez Marín.'.
14 sep 2007 | By: Lo mejor para tu pequeño

Masones Ilustres: Benito Juárez García

Benito Pablo Juárez García
(1806-1872)



Estadista mexicano, indígena zapoteca, hijo de los campesinos Marcelino Juárez y Brígida García. Aprendió español a los trece años e inició sus estudios en el Seminario de Oaxaca.

Recibió el título de abogado en el Instituto de Ciencias y Artes del Estado, del que después fue maestro de Derecho romano, canónico y civil. Física experimental, y Director.

Inició su vida política como regidor del ayuntamiento de Oaxaca. Posteriormente formó parte de la legislatura local, fue secretario de gobierno en 1844, Fiscal del Tribunal Superior de Justicia y Diputado del Congreso de 1846. En 1847 llegó a la gubernatura, donde demostró su gran capacidad organizativa, que se tradujo en una eficiente administración.

Por oponerse a Antonio López de Santa Anna, fue encarcelado en las tinajas de San Juan de Ulúa y expulsado del país.

Exiliado en Nueva Orleáns recibió la influencia decisiva del ideólogo liberal Melchor Ocampo. Al iniciarse la Revolución de Ayutla contra Santa Anna se trasladó al país y colaboró directamente con su dirigente Juan Álvarez. Al triunfo de la causa fue nombrado secretario de Justicia e Instrucción Pública, y elaboró la ley que suprimió los tribunales especiales para lograr la igualdad jurídica de los mexicanos.

Nuevamente gobernador de su estado, fue nombrado al poco tiempo Secretario de Gobernación por el Presidente Ignacio Comonfort y después electo presidente de la Suprema Corte de Justicia. A causa del golpe de Estado del Jefe del Ejecutivo contra la Constitución de 1857, ocupó la presidencia de 1858 a 1861, años de la Guerra de Reforma, en que dictó las leyes del mismo nombre.

En 1861 fue electo Presidente constitucional para el periodo 1861-1865, pero dadas las condiciones de guerra con motivo de la Intervención francesa y del Imperio de Maximiliano, prolongó su mandato hasta 1867. Fue reelecto sucesivamente en 1867 y 1871.

Defensor del liberalismo, de la soberanía nacional ante el imperialismo francés y de la república frente a la monarquía, fue el fundador de la sociedad civil que hizo posible la consolidación del Estado nacional mexicano.

Sin dejar de ser católico, combatió al clericalismo, estableciendo un Estado laico. Como defensor de la soberanía nacional, Juárez sentó las bases de la política exterior mexicana con los principios de igualdad jurídica de los estados, autodeterminación de los pueblos y la solución pacífica de las controversias. Juárez inició también el sistema presidencialista en México, pues tenía como meta la idea de un gobierno rector de la sociedad para dar al país estabilidad política con el imperio de la ley.


Más información
Libro: Juárez, El Republicano por Josefina Zoraida Vázquez.
Libro: Catálogo de Benito Juárez
Libro: Juárez Bicentenario

La vida de Juárez en imágenes:



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Margarita Eustaquia Maza de Juárez



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Arreos (Mandil y Banda) del Ilustre Benito Juárez García



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Retrato del presidente Juárez certificado por los ministros de su gabinete.
Recinto Juárez, SHCP, Palacio Nacional



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Boda de Benito y Margarita; los acompaña su hermana Josefa Juárez.



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Retrato de Margarita Maza.



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Doña Margarita con sus hijas Manuela, Felícitas y María de Jesús.

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Fotografía de José Juárez Maza.

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Sombrero de copa, revólver y cuchillo de Benito Juárez.

Melchor Ocampo.

"Apoyado por Miguel Lerdo y Melchor Ocampo, Juárez expidió las Leyes de Reforma que establecieron la separación del Estado con respecto de la Iglesia; además, incluía la Ley del Registro Civil y la de Panteones, así como el traspaso de los bienes eclesiásticos a la Nación."

12 sep 2007 | By: Lo mejor para tu pequeño

Arreos de Benito Juárez

Dichas imágenes fueron tomadas en el Palacio Nacional por DeLange

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Mandiles Masónicos

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Medallas y Bandas Masónicas

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Oficina del Presidente Benito Juárez García