Los laberintos burilados en el pavimento de algunas Iglesias góticas conducen, al Adepto, a un escondido conocimiento.
Ese particular diseño circular y entrecortado, procura ocultar las dificultades que el laberinto encierra en su interior. Con todo, esa simbología anuncia que se exigirá del alquimista en ciernes, una total entrega, para ser medido en su capacidad de resistir.
El laberinto resume un aprendizaje consistente en duras pruebas, necesarias para hacer práctica la aplicación de la Enseñanza en tu quehacer diario. Conocimiento que se encuentra en las profundas capas de tu propio laberinto y que tu mismo (a) debes catar, esfuerzo que está fuera del alcance del hombre común, o de la actitud de sopor más o menos permanente en las multitudes.
El laberinto que existía en la Iglesia de Chartres, compuesto de vías concéntricas, tenía cinceladas las figuras de Teseo y del Minotauro, que sostenían cruenta lucha, para simbolizar el mortal enfrentamiento de dos fuerzas antagónicas: La Luz y la Oscuridad.
La contienda referida, se libra después de un duro trabajo de transformación, a raíz del que surge y se hace evidente laoscuridad, cuya subsistencia corrosiva mina y destruye a la armazón o cuerpo físico, y dirige artificiosamente a nuestra vida, para rendir culto a la sombra.
El emblema cabalístico, denominado Laberinto de las Catedrales, o Laberinto de Salomón, aparecía en aquellos escritos alquímicos que, con sus símbolos, silencian la palabra. En este lenguaje mudo se expresa el conocimiento escondido, propio de los Misterios del Universo, descrito por círculos concéntricos interrumpidos en ciertos puntos. Tales trazos enuncian que el hombre y la Naturaleza, no son plenamente coincidentes en la actualidad.
En efecto, aunque todo está sujeto a un mismo y único ritmo y rodaje, los hombres ignoran lo que pueden realizar si están DESPIERTOS, y olvidan lo que han hecho en sueños, motivo por el cual la vida del ser humano se evidencia como un trayecto inexplicable y errático que, particularmente, se revela en los trazos interrumpidos de este símbolo y que se reproduce en las tradiciones mágicas atribuidas a Salomón.
El laberinto es el epítome de todo trabajo realizado en la Gran Obra y, en especial, alude a sus dos grandes dificultades que consisten en:
1. El delinear y precisar el camino para llegar a su centro, punto donde se libra la lucha de las dos naturalezas: Teseo y Minotauro y, seguidamente:
2. El descubrir la senda que permite salir del laberinto, empresa que sólo es posible si se cuenta con el Hilo de Ariadna.
El laberinto describe el desarrollo de la Gran Obra. Se observa que no es un camino rectilíneo, donde la visión del caminante abarca el inicio y término de la totalidad de su jornada. Lo anterior, en la medida que si da un primer paso, necesariamente desconoce el siguiente, no obstante que cada estado de conciencia logrado, impone su sello en el siguiente trecho.
Cuando uno se adentra en el laberinto, tiene el convencimiento cierto de que esa es la ocasión de vencer o abandonar la empresa. Es una tarea que implica enfrentar las mayores dificultades.
En este caminar, llegará el instante en que el buscador se deshará de toda carga inútil, para llegar al "centro del laberinto", que corresponde a nuestro propio núcleo. Entonces, afrontará a su propia fuerza material, caótica, desconectada y descontrolada, e impondrá sobre ese miasma convulso la Fuerza Superior, ocasión en que verá disolverse todo lo anudado e indebidamente compacto, y verá aflorar el nacimiento del Verdadero Ser, o manifestación de su Mercurio Coagulado.
FUENTES:
Apiano León de Valiente:"REPASANDO A FULCANELLI"
0 comentarios:
Publicar un comentario